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sábado, 21 de marzo de 2015

SOBRE UN CIEGO Y LA PRIMAVERA


            En la ciudad donde yo  me crié, había una mujer que vendía “adagios”, así los llamaba ella,… por la voluntad, decía.
            Tenía un aspecto peculiar y  decían que estaba loca y que no te arrimaras a ella, pero a mí me gustaba su  hablar, porque era argentina y tenía ese deje que te envuelve con   su cantar y además si te sentabas en el banco con ella  siempre te contaba  alguna  historia, a veces sin mucho sentido, pero la mayoría de las veces, muy bonitas.
La vendedora de Adagios

            Hoy, aunque no se haya notado nada de nada, es primavera ya, y aunque hace un tiempo ya os conté esta historia, siempre que llega la primavera, me  vienen  a la cabeza, uno de esos “adagios” que me contaba......  – nunca se me ocurrió preguntarle su nombre- y os lo voy a contar, han  pasado un montón de años de todo esto y sigo acordándome de alguno de sus “adagios” , he hecho un breve resumen, porque ella se iba en descripciones de ciudades, personas , tiempo, ropas, amores …… y  de tanto en tanto tenía que reconducirla en su narrar,  éste que trata de la Primavera,  era  más o menos así:
            Había un ciego pidiendo en una calle muy concurrida de una ciudad con una gorra a sus pies y  un cartel de madera,  que un vecino le había escrito  con tiza y que  rezaba: POR FAVOR SOY CIEGO, … AYÚDEME
Un espino en flor

            Un chico joven, que se dedicaba al “marketing”publicitario  – creativo de publicidad- se detuvo frente a él y observó las pocas monedas que tenía en la gorra, entonces sin pedirle permiso, cogió el cartel y por la parte de atrás escribió otro anuncio con la tiza, le dejó la tablilla en el suelo en el mismo sitio donde la tenía y se fue a su trabajo.
             Cuando volvió por la tarde una vez acabada su jornada, volvió a pasar por allí y vio que estaba todavía el ciego y  fue a ver cómo le había ido ,  comprobando  que la gorra estaba llena de billetes y monedas .
            

 El ciego en cuanto oyó su pisar, lo  reconoció y le preguntó qué es lo que había escrito en su tablilla, pero el joven riéndose le dijo:” nada que no sea verdad” y se fue. El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía:” ESTAMOS EN PRIMAVERA, Y… YO NO PUEDO VERLA”.    
            Como esta historia, contaba muchas, todas muy bonitas, iba llena de mantas y de flores de plástico siempre, y te embelesaba con su narrar. Le gustaba mucho que la escucharas y a mí nunca me cobró nada por oírla, pero ella.....
vendía “adagios”…

ANA



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