El pasado 29 de noviembre fuimos al “amagüestu” de Barro. Estaba
muy animado, y lo organizan fenomenal. Os diré que hacen caldo y pepitos de
carne a la plancha, lo que nos pareció una idea estupenda además de las
consabidas castañas y la sidra dulce.
Tienen una estupenda carpa que
añadieron a lo que podíamos llamar “la rectoral” o “la escuela”, ya que esto es
lo que era y ahora os cuento.
Hace no muchos años, la compraron, y
la montan y desmontan para los distintos actos que organizan, con mucho mimo,
eso sí y sobre todo que luego tienen un sitio común para guardarla. Está muy
bien porque además de resguardar de la lluvia, pues te quita del frío si es que
se organizara algo en invierno.
Luego contaros que la antigua
escuela, es “la casa del pueblo”. Cuando dejó de funcionar como tal, llegaron a
un acuerdo con el Ayuntamiento y se la arregló para uso y disfrute del pueblo,
por eso la llamo “la casa del pueblo”. Tiene de todo, en la primera planta hay
un salón grandísimo, un baño y cocina, y en el piso de arriba, que era donde
vivía el maestro, pues hay un salón – biblioteca, con calefacción, de modo que
pueden organizar lo que quieran o
simplemente reunirse allí y hacer vida de vecinos.
La reflexión es: en todos los
pueblos, - bueno voy a dejarlo en casi, porque alguno habrá en las mismas
condiciones que el nuestro-, tienen su “casa del pueblo”, o como se le quiera llamar, donde poder
organizar actividades, tertulias, tocar
la guitarra, cantar o simplemente estar.
Nosotros no.
Se ve que nos ha tocado bailar con
la más fea.