Los bolos forman parte del pueblo asturiano. Desde tiempos
remotos, jugar a los bolos era el único divertimento que se podía practicar en
los pueblos. De manera que las partidas
de bolos ocupaban las tardes sobre todo de primavera y de verano, y muy
especialmente los domingos y festivos.
La
bolera llegó a convertirse en el lugar de encuentro donde se encontraban desde
los mayores del pueblo, hasta los niños.
Más
adelante, a mediados del siglo XX, se le hizo” deporte” y entonces traspasó fronteras. Con ello, aquí pasó que en lugar de darle un
impulso al juego, pues que fue decreciendo, decreciendo, hasta que hoy se ha
perdido esa costumbre en la mayoría de
los pueblos.
En
Celorio, había primero una bolera pasando la vía del tren, -que yo me
acuerde claro, porque habría alguna
anterior seguro o más de una - allí en un claro del bosque. Me acuerdo
perfectamente de cómo era aunque yo no debía de ser más que una mocosilla de
pocos años, pero hay cosas que sin saber por qué, te quedan grabadas . Y esta
es una de ellas.
Íbamos allí
mayores y pequeños , con mi abuelo al que le gustaba tanto jugar a bolos y charlar,
sobre todo le gustaba charlar con todo el mundo y mucho rato. Entonces aquello
a mí me parecía lo mejor. Para
empezar, era una excursión, para lo cual se hacía
imprescindible ir cantando hasta llegar, lo que ya era divertidísimo.
Recuerdo
también que allí estábamos como os decía mayores y pequeños, y jugaban mujeres y
hombres, lo único que acercaban los bolos cuando eran mujeres las que jugaban,
me parece.
Ayudaban
los chavalillos a colocar los bolos o a ir por las bolas. Y sobre todo…..
aquél sonar la madera de la bola con los
bolos o la madera de los bolos contra los bolos, un ruido tan cálido que
todavía lo oigo.
Después
trasladaron la bolera al Papimba, y allí íbamos también a pasar tardes enteras,
ya no era lo mismo porque el trozo de excursión y canciones, ya no se hacía claro, esto quedaba en el
centro del pueblo y también se echaba de
menos la frondosidad, pero bueno, también tengo muy buenísimos recuerdos de
esta otra bolera.
Y así
se sabía de los vecinos, charlabas un rato, te divertías y en definitiva hacía
las funciones de lo que hoy llaman “centro cívico”.
Luego
pasó que nos hicimos cada uno a lo suyo y cada uno en su casa, y casi no
sabemos charlar por charlar, ni sabemos quién necesita ayuda o cómo le va al
chaval del vecino o si tu otra vecina por fin encontró trabajo. Será que tiene
que ser así, o por lo menos así parece
que lo queramos
Me
gustan las boleras de los pueblos y más cuando las veo gastadas del uso, inmediatamente me dan una
idea del pueblo y sus gentes, me los imagino allí de cháchara y de reunión y
campeonatos. Será por aquellos recuerdos de los que os hablaba…. será.
ANA