Aqui os iremos poniendo al tanto de aquellos cuentos o anécdotas que nuestros mayores nos fueron trasmitiendo a nosotros. También hablaremos de mitología, tan nuestra.
Cuando me comprometí a colaborar con "La Hoguera" en esta hermosa tarea de escribir para la página web no pensé que me iba a enganchar de tal manera, que algunos días piensas cien cosas sobre las que escribir, y lo malo es que cuando te piden un tema determinado es cuando no encuentras.
Hemos hablado de buscar alguna historia o leyenda sobre los castaños, sobre sus cualidades, pero desde el punto de vista mitológico, pues bien, yo que no soy escritora, sino lectora, he encontrado este hermosísimo cuento, que me ha encantado, yo os lo entrego para que podáis leerlo también vosotros y manifestéis vuestro opinar.¿No es realmente el castaño el más espectacular de los árboles que pueblan nuestros bosques?
LA LEYENDA DE LOS
CASTAÑOS, POR WARA BLOG
SOLSTICIO DE INVIERNO
SOLSTICIO DE INVIERNO
Ignorantes de que su historia no podría ser, Esteban y
Elena se conocieron siendo muy niños, se agradaron y con el tiempo se
enamoraron, circunstancias que colmaron de felicidad a sus ancianos padres,
porque no tendrían que tratar el matrimonio ni imponérselo a sus respectivos
hijos. Lo que sí acordaron fue que a la edad de dieciséis años la princesa
abandonara su país para reunirse con Esteban en el suyo, un poquito más frío,
más brumoso y húmedo.
Fue así que, llegada la fecha fijada, Elena abandonó su castillo, su familia y sus costumbres de niña y emprendió el viaje que daría cumplimiento a su destino. Pues el trayecto se preveía largo, cansino y exento de peligros pese a los varios bosques especialmente agrestes que sería preciso cruzar, el séquito que acompañaba a la princesa no era numeroso ni tampoco ostentoso, sino más bien al contrario. Ocurrió precisamente al dejar atrás uno de aquellos bosques, más frondoso, espeso, misterioso y bello que los demás, que Elena descendió de su carroza atraída por la belleza de un árbol que se erguía majestuoso y solitario en un claro del bosque. Los abundantes frutos de brillante color pardo rojizo asomaban en las carnosas cúpulas erizadas de espinas y yacían desparramados entre las raíces, gruesas y retorcidas, en torno al inmenso tronco. Elena nunca había visto nada igual, y lo sintió tan bello que no se resistió a comer de aquel fruto de piel oscura y carne color manteca, áspero al tacto pero grato al paladar.
Una sombra creció y se extendió hasta alcanzar el árbol y cercar a Elena y a sus damas, tan niñas y asustadas como la propia princesa. Elena se sobrepuso a su temor y pretendió girarse para ver qué significaba aquello, pero los tacones hincados en la hierba la hicieron trastabillar; antes de tocar el suelo, sin embargo, alguien la sostuvo en volandas con suma atención y diligencia.
-- Señora, no está permitido comer de estos frutos —dijo el hombre que evitara la fatal caída y que ahora retenía entre las suyas una mano de Elena—. Hacerlo exige una compensación.
—Bien, puedo pagar el precio que fijéis —repuso Elena, de pronto orgullosa de sus anillos y sus joyas.
—No es cuestión pecuniaria —sonrió el hombre tras presentarse a sí mismo como guardabosques—. El pago es una prueba: debéis adivinar cuál es el árbol más longevo del bosque.
— ¡Pero yo nada sé de árboles…! —exclamó Elena.
—En caso de que no logréis identificar el árbol más longevo —advirtió el guardabosques indiferente a las quejas de la princesa—, vos misma pasaréis a formar parte de su corteza. Os fundiréis en ella y vuestra juvenil fortaleza servirá de energía nueva a su savia vieja.
Esteban creyó volverse loco de dolor y desesperación viendo que el tiempo pasaba sin que nada se supiera de Elena. Corrió al bosque donde se le dijo había desaparecido su amada, encontró al guardabosques, lo increpó y amenazó, lo golpeó ciegamente sin obtener respuesta a su violencia. Arrastraban al desdichado príncipe contra su voluntad para devolverlo a su castillo y familia cuando el joven reparó en la belleza de un árbol que se erguía majestuoso y solitario en un lejano claro del bosque. Abundantes frutos de brillante color pardo rojizo que asomaban por las carnosas cúpulas erizadas de espinas yacían desparramados entre las raíces, gruesas y retorcidas, en torno a un inmenso tronco.
—El dolor me ha trastornado —gimió, confuso—, me ha nublado la razón. Si no, ¿por qué creo ver en la corteza de aquel árbol las formas de mi Elena tan amada?
Quiso correr y fue retenido, se revolvió, forcejeó y al final logró liberarse de quienes le acompañaban sólo para velar por él. Corrió desesperado, como un demente, como un enamorado que ha perdido a su amada y la razón y cree hallarlas a ambas porque, recuperándolas, nada habrá pasado, todo no habrá sido sino una cruel ilusión. Corrió Esteban, y en su precipitación tropezó y cayó. Se levantó y volvió a caer. Las piernas no le sostenían, las lágrimas no le permitían ver. Alcanzó al fin el tronco del árbol, y mientras con el dorso de una mano apartaba las lágrimas que lo cegaban, con la otra recorría los surcos que la edad había dejado en la vieja corteza del árbol.
—Viejo castaño, rey del bosque —rogó—, permite que abrace a mi amada, aunque sea una última vez.
Y al tiempo de así hablar, extendió Esteban los brazos para ceñir con ellos la gruesa, rugosa y áspera corteza, que sintió seda, terciopelo y esbelta; después aspiró el perfume de su amada, escuchó su voz que le hablaba, y enterró el rostro en su pecho para fundirse en un último abrazo, ese abrazo que podemos observar en el tronco del castaño.
Fue así que, llegada la fecha fijada, Elena abandonó su castillo, su familia y sus costumbres de niña y emprendió el viaje que daría cumplimiento a su destino. Pues el trayecto se preveía largo, cansino y exento de peligros pese a los varios bosques especialmente agrestes que sería preciso cruzar, el séquito que acompañaba a la princesa no era numeroso ni tampoco ostentoso, sino más bien al contrario. Ocurrió precisamente al dejar atrás uno de aquellos bosques, más frondoso, espeso, misterioso y bello que los demás, que Elena descendió de su carroza atraída por la belleza de un árbol que se erguía majestuoso y solitario en un claro del bosque. Los abundantes frutos de brillante color pardo rojizo asomaban en las carnosas cúpulas erizadas de espinas y yacían desparramados entre las raíces, gruesas y retorcidas, en torno al inmenso tronco. Elena nunca había visto nada igual, y lo sintió tan bello que no se resistió a comer de aquel fruto de piel oscura y carne color manteca, áspero al tacto pero grato al paladar.
Una sombra creció y se extendió hasta alcanzar el árbol y cercar a Elena y a sus damas, tan niñas y asustadas como la propia princesa. Elena se sobrepuso a su temor y pretendió girarse para ver qué significaba aquello, pero los tacones hincados en la hierba la hicieron trastabillar; antes de tocar el suelo, sin embargo, alguien la sostuvo en volandas con suma atención y diligencia.
-- Señora, no está permitido comer de estos frutos —dijo el hombre que evitara la fatal caída y que ahora retenía entre las suyas una mano de Elena—. Hacerlo exige una compensación.
—Bien, puedo pagar el precio que fijéis —repuso Elena, de pronto orgullosa de sus anillos y sus joyas.
—No es cuestión pecuniaria —sonrió el hombre tras presentarse a sí mismo como guardabosques—. El pago es una prueba: debéis adivinar cuál es el árbol más longevo del bosque.
— ¡Pero yo nada sé de árboles…! —exclamó Elena.
—En caso de que no logréis identificar el árbol más longevo —advirtió el guardabosques indiferente a las quejas de la princesa—, vos misma pasaréis a formar parte de su corteza. Os fundiréis en ella y vuestra juvenil fortaleza servirá de energía nueva a su savia vieja.
Esteban creyó volverse loco de dolor y desesperación viendo que el tiempo pasaba sin que nada se supiera de Elena. Corrió al bosque donde se le dijo había desaparecido su amada, encontró al guardabosques, lo increpó y amenazó, lo golpeó ciegamente sin obtener respuesta a su violencia. Arrastraban al desdichado príncipe contra su voluntad para devolverlo a su castillo y familia cuando el joven reparó en la belleza de un árbol que se erguía majestuoso y solitario en un lejano claro del bosque. Abundantes frutos de brillante color pardo rojizo que asomaban por las carnosas cúpulas erizadas de espinas yacían desparramados entre las raíces, gruesas y retorcidas, en torno a un inmenso tronco.
—El dolor me ha trastornado —gimió, confuso—, me ha nublado la razón. Si no, ¿por qué creo ver en la corteza de aquel árbol las formas de mi Elena tan amada?
Quiso correr y fue retenido, se revolvió, forcejeó y al final logró liberarse de quienes le acompañaban sólo para velar por él. Corrió desesperado, como un demente, como un enamorado que ha perdido a su amada y la razón y cree hallarlas a ambas porque, recuperándolas, nada habrá pasado, todo no habrá sido sino una cruel ilusión. Corrió Esteban, y en su precipitación tropezó y cayó. Se levantó y volvió a caer. Las piernas no le sostenían, las lágrimas no le permitían ver. Alcanzó al fin el tronco del árbol, y mientras con el dorso de una mano apartaba las lágrimas que lo cegaban, con la otra recorría los surcos que la edad había dejado en la vieja corteza del árbol.
—Viejo castaño, rey del bosque —rogó—, permite que abrace a mi amada, aunque sea una última vez.
Y al tiempo de así hablar, extendió Esteban los brazos para ceñir con ellos la gruesa, rugosa y áspera corteza, que sintió seda, terciopelo y esbelta; después aspiró el perfume de su amada, escuchó su voz que le hablaba, y enterró el rostro en su pecho para fundirse en un último abrazo, ese abrazo que podemos observar en el tronco del castaño.
Cuando el Sol y la Luna se vieron por primera vez, se
enamoraron perdidamente y empezaron a vivir un gran amor. Pero llegó el Creador
de todas las cosas y decidió que el Sol iluminaría el día y que la Luna
iluminaría la noche y tendrían que vivir por siempre separados. La tristeza fue
tan total que la Luna no podía con ello, entonces el Creador de todas las cosas
le puso como compañía a las estrellas.
Hoy viven separados, el Sol finge que es feliz y la Luna no puede disimular su tristeza. El Sol arde de pasión por ella y ella vive en las tinieblas de su pena. Dicen que el Creador de todas las cosas había planeado que la Luna fuera siempre llena y luminosa, pero no lo pudo llevar a cabo porque resulta que la luna es mujer y una mujer tiene fases. Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante.
Como el Creador de todas las cosas decidió que ningún amor en este mundo podía ser imposible, creó el Eclipse. Hoy el Sol y la Luna, viven esperando este instante. Cuando mires al cielo, a partir de ahora y veas que el Sol cubre a la Luna, es porque el Sol se acuesta sobre ella y comienzan a amarse, a este acto de amor es al que le llamamos Eclipse.
Recuerda que el brillo en éste instante es tan grande, que te aconsejan siempre que no mires al cielo en ese momento sin protección, tus ojos pueden cegarse al ver éste amor.
LA GÜESTIA
Hoy viven separados, el Sol finge que es feliz y la Luna no puede disimular su tristeza. El Sol arde de pasión por ella y ella vive en las tinieblas de su pena. Dicen que el Creador de todas las cosas había planeado que la Luna fuera siempre llena y luminosa, pero no lo pudo llevar a cabo porque resulta que la luna es mujer y una mujer tiene fases. Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante.
Como el Creador de todas las cosas decidió que ningún amor en este mundo podía ser imposible, creó el Eclipse. Hoy el Sol y la Luna, viven esperando este instante. Cuando mires al cielo, a partir de ahora y veas que el Sol cubre a la Luna, es porque el Sol se acuesta sobre ella y comienzan a amarse, a este acto de amor es al que le llamamos Eclipse.
Recuerda que el brillo en éste instante es tan grande, que te aconsejan siempre que no mires al cielo en ese momento sin protección, tus ojos pueden cegarse al ver éste amor.
Como casi todas las leyendas mitológicas
esta tiene también un origen Celta, por lo que manifestación de la Güestia
en sus diferentes afecciones las podemos encontrar en toda Bretaña,
Normandía, Irlanda, Escocia, Gales, y ¿cómo no? También en España, sobre
todo en el norte, Galicia y Asturias, pero también en el resto del país.
La Güestia, una procesión nocturna de almas en pena que anda por los caminos diciendo “Andai de día que la nueche ye mía” y también “Cuando nos yéremos vivos andabémos a estos figos”. Recibe muchos nombres Güeste, Bueste, Guáspida, Buona Xente, Güestia Caliera, Santa Compañía, Huóstica y Estantigua. En un principio solamente podían ver la fatídica procesión aquellas personas que tuviesen ese don. Se trataba de Vedorios, gente que podía ver los entierros que iban a ocurrir de forma prematura después lo comunicaban al pueblo. En casi todos los conceyos existía alguien así, se decía que ese don lo habían adquirido por haber sido bautizados con los óleos de ungir a los muertos o con la estola negra que el cura emplea en Jueves Santo, el día de la muerte de Jesucristo. Aún queda recuerdo de Consuelo, en Barcia-Valdés, una mujer que había sido bautizada con dicha estola por equivocación y tenía la facultad de ver la procesión de la Güestia, además pronosticaba quien iba a morir (ahí es nada).
La Güestia, una procesión nocturna de almas en pena que anda por los caminos diciendo “Andai de día que la nueche ye mía” y también “Cuando nos yéremos vivos andabémos a estos figos”. Recibe muchos nombres Güeste, Bueste, Guáspida, Buona Xente, Güestia Caliera, Santa Compañía, Huóstica y Estantigua. En un principio solamente podían ver la fatídica procesión aquellas personas que tuviesen ese don. Se trataba de Vedorios, gente que podía ver los entierros que iban a ocurrir de forma prematura después lo comunicaban al pueblo. En casi todos los conceyos existía alguien así, se decía que ese don lo habían adquirido por haber sido bautizados con los óleos de ungir a los muertos o con la estola negra que el cura emplea en Jueves Santo, el día de la muerte de Jesucristo. Aún queda recuerdo de Consuelo, en Barcia-Valdés, una mujer que había sido bautizada con dicha estola por equivocación y tenía la facultad de ver la procesión de la Güestia, además pronosticaba quien iba a morir (ahí es nada).
SANTA COMPAÑA |
Volviendo a la Güestia, a no ser que se
dispusiera de ese don, aquel que la viera moriría al poco tiempo, puesto que
constituía un augurio mortal, salvo que se tomasen determinadas
precauciones, como colocarse debajo de la pila bautismal y apoyar la barba
en un forcau de dos dientes mientras sostenían en su mano un gato (Paul
Sebillot). Constantino Cabal dice que aquel que quiera ver la comitiva sin
temor a la muerte próxima debe de trazar un circulo en el suelo, con una
pentalfa inscrita dentro de él y acto seguido meterse dentro (como no sé lo
que es una pentalfa…). También se salva uno si en la comitiva va un familiar
o conocido. La Güestia lleva huesos encendidos en lugar de cirios. ¿Sabíais que es una creencia extendida por Bretaña, Normandía,
Galicia y algunas zonas de Asturias que no se puede salir a pescar el día de
los Difuntos? Parece ser que si así se hiciere en las redes solo se sacarían
huesos.
Si fuiste un mal vecino, y moviste los moyones con los que antes se marcaban las fincas para así robar a tu vecino unos palmos de tierra, vagaras con la Güestia portando esos mojones o moyones en lugar de cirios y así hasta que los restituyas a su lugar después de muerto.
Si fuiste un mal vecino, y moviste los moyones con los que antes se marcaban las fincas para así robar a tu vecino unos palmos de tierra, vagaras con la Güestia portando esos mojones o moyones en lugar de cirios y así hasta que los restituyas a su lugar después de muerto.
LUCIA
LA GÜESTIA |
EL ECO
Voy a contaros hoy la historia del Eco, o por lo menos
una de las que cuando niñas nos contaban los mayores, porque antes nos
contaban cuentos, historias y leyendas, cuando acababa el día y hacías
tertulia, sobre todo en verano que eran los días más largos. Cada uno te
contaba las historias de una manera diferente, y luego con los años vas
personalizando las narraciones y a lo mejor no es tal y como te lo contaban,
pero era algo así.
Para empezar, quiero presentaros a la protagonista de la historia, que igual no sabéis de sus cosas o de su personalidad o de su vida, os haré un breve resumen sobre ella y luego os contaré su historia, también muy resumida,…… si os parece, vamos allá:
Para empezar, quiero presentaros a la protagonista de la historia, que igual no sabéis de sus cosas o de su personalidad o de su vida, os haré un breve resumen sobre ella y luego os contaré su historia, también muy resumida,…… si os parece, vamos allá:
NINFA: en la mitología griega, una ninfa es una
deidad menor femenina que tiene un cuerpo de mujer de enorme atractivo
siempre, dicen los que las han visto, y con mucho encanto, y tienen el don
de la eterna juventud y no sufren enfermedades . Además pueden engendrar de
los dioses hijos inmortales.
Está asociada a algún lugar concreto, como un manantial, un arroyo, un monte…… siempre algo relacionado con la naturaleza. Se decía que los ríos son dioses y las fuentes ninfas divinas.
Mantienen relaciones con hombres y mujeres, a voluntad y completamente fuera del dominio masculino. Son seres mágicos, que proceden de las fuerzas de la naturaleza. Dicen de ellas que son muy inteligentes , de mentes rápidas e ingeniosas. Entre otras muchas cosas curan animales heridos, se les da muy bien reparar flores y también árboles rotos.
Está asociada a algún lugar concreto, como un manantial, un arroyo, un monte…… siempre algo relacionado con la naturaleza. Se decía que los ríos son dioses y las fuentes ninfas divinas.
Mantienen relaciones con hombres y mujeres, a voluntad y completamente fuera del dominio masculino. Son seres mágicos, que proceden de las fuerzas de la naturaleza. Dicen de ellas que son muy inteligentes , de mentes rápidas e ingeniosas. Entre otras muchas cosas curan animales heridos, se les da muy bien reparar flores y también árboles rotos.
NINFA |
ECO: Eco era una ninfa que vivía en el
bosque con otras ninfas y lo que más les gustaba era cazar. Pero tenía un
defecto horroroso, y era que hablaba y hablaba sin parar y siempre estaba
lista a cualquier discusión y además tenía que decir siempre la última
palabra. Un día, la diosa Hera, que era la esposa de Zeus, que era súper
mujeriego, o ninfero mejor dicho, harta de esperarle, iba en su busca, y Eco
sabiendo lo que la pobre Hera se iba a encontrar, quiso entretenerla
mientras que las ninfas huían del bosque. Cuando Hera descubrió que había
sido una trama para esconder los amoríos de su esposo, condenó a Eco a
perder el uso de la lengua, y ya que le gustaba tanto decir la última
palabra, la castigó también a que solamente pudiera responder con la última
palabra que escuchara.
Y así pasaron los tiempos con su maldición a cuestas, hasta que un día apareció por sus lugares Narciso, que era súper guapo y súper borde, porque era un creído del dos , no obstante a ella le encantó y se enamoró perdidamente de él, pero al no poder comunicarse con él , ya que solo podía repetir la última palabra que él le decía, ni que decir tiene que además Narciso la rechazó, porque se creía superior a cualquier ninfa, no sólo a Eco; pues ella loca de amor y despechada, se recluyó en las cavernas y en los picos de las montañas. La tristeza consumió su bello cuerpo hasta pulverizarlo. Sólo quedó su voz para responder con la última palabra a cualquiera que le hablara.
De modo, que cuando vayáis a cualquier sitio en el que notéis que hay eco, hacerla hablar, a ella le gusta mucho, normalmente vive en las soledades con su condena, de modo que aunque solo pueda repetir tu última palabra, dísela bonita, porque le gustará.
EL RAYO VERDE
Y así pasaron los tiempos con su maldición a cuestas, hasta que un día apareció por sus lugares Narciso, que era súper guapo y súper borde, porque era un creído del dos , no obstante a ella le encantó y se enamoró perdidamente de él, pero al no poder comunicarse con él , ya que solo podía repetir la última palabra que él le decía, ni que decir tiene que además Narciso la rechazó, porque se creía superior a cualquier ninfa, no sólo a Eco; pues ella loca de amor y despechada, se recluyó en las cavernas y en los picos de las montañas. La tristeza consumió su bello cuerpo hasta pulverizarlo. Sólo quedó su voz para responder con la última palabra a cualquiera que le hablara.
De modo, que cuando vayáis a cualquier sitio en el que notéis que hay eco, hacerla hablar, a ella le gusta mucho, normalmente vive en las soledades con su condena, de modo que aunque solo pueda repetir tu última palabra, dísela bonita, porque le gustará.
HERA SEDUCE A ZEUS (JAMES BARRY - 1.741) |
EL RAYO VERDE
Hay dos sitios en nuestro Concejo, desde
donde siempre es sabido que se puede ver el “rayo verde”, o por lo menos eso
es lo que siempre me dijeron….. Este es uno de ellos, fijaos en la foto y
cuando vayáis allí, reconoceréis exactamente el sitio. Tiene que ser verano
que es cuando cae el sol en el mar, tiene que estar despejado sin ninguna
nube en el horizonte, tienes que ir sin prisa porque cuando esperas algo,
parece que tardara mucho más en llegar y sobre todo tienes que ir convencido
de que sería una gran suerte que lo vieras, no siempre ocurre, pero hay que
perseverar, si no es hoy, será mañana.
Este concepto de rayo verde se hizo más conocido por la novela: “El rayo verde”, de Julio Verne, en la que lo describe como: “…un verde del cual ni los variados tintes de la vegetación ni los tonos del más limpio mar podrían nunca producir un igual! Si hay un verde en el Paraíso, no puede ser salvo de este tono, que muy seguramente es el verdadero verde de la Esperanza”.
Es un fenómeno óptico que ocurre poco después de la puesta de sol en el que se puede ver un punto verde, sólo durante dos segundos como mucho.
Dicen … que el rayo verde sólo puede verse por aquellas personas que están verdaderamente enamoradas. Otra distinta dice que si dos personas contemplan este rayo a la vez, se enamoran al instante la una de la otra, o sea que si venís aquí y por si acaso, elegid bien al lado de quién os sentáis . También decían cuando pequeña, que el que miraba el fenómeno, inmediatamente sabía todo todo de la otra persona que estuviera a su lado, esto se convertía en horroroso, porque siempre guardabas algún secretillo, con lo cual la solución era taparse los ojos, no fuera que te adivinaran los” pensares”.
De modo que ya sabéis, venid aquí,……. sentaos a esperar la caída del sol y cuando ya falte nada más que un poquito para que desaparezca del todo,……. ¡estad atentos!, no pestañeéis tan siquiera…….. porque sólo dura unos segundos…..!,no cerréis los ojos¡, …. justamente un momento antes de desaparecer del todo, y si tienes suerte, saldrá un haz de luz, y lo sorprendente es que es verde,…..
Este concepto de rayo verde se hizo más conocido por la novela: “El rayo verde”, de Julio Verne, en la que lo describe como: “…un verde del cual ni los variados tintes de la vegetación ni los tonos del más limpio mar podrían nunca producir un igual! Si hay un verde en el Paraíso, no puede ser salvo de este tono, que muy seguramente es el verdadero verde de la Esperanza”.
Es un fenómeno óptico que ocurre poco después de la puesta de sol en el que se puede ver un punto verde, sólo durante dos segundos como mucho.
Dicen … que el rayo verde sólo puede verse por aquellas personas que están verdaderamente enamoradas. Otra distinta dice que si dos personas contemplan este rayo a la vez, se enamoran al instante la una de la otra, o sea que si venís aquí y por si acaso, elegid bien al lado de quién os sentáis . También decían cuando pequeña, que el que miraba el fenómeno, inmediatamente sabía todo todo de la otra persona que estuviera a su lado, esto se convertía en horroroso, porque siempre guardabas algún secretillo, con lo cual la solución era taparse los ojos, no fuera que te adivinaran los” pensares”.
De modo que ya sabéis, venid aquí,……. sentaos a esperar la caída del sol y cuando ya falte nada más que un poquito para que desaparezca del todo,……. ¡estad atentos!, no pestañeéis tan siquiera…….. porque sólo dura unos segundos…..!,no cerréis los ojos¡, …. justamente un momento antes de desaparecer del todo, y si tienes suerte, saldrá un haz de luz, y lo sorprendente es que es verde,…..
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